Esta mañana amaneció peculiarmente nublado, al despertar, Carmina recordó todo lo que había soñado, las imagenes de un trozo de comida a medio morder, la bolsa negra, el niño, el partido de futbol, el pueblo, el celular, la llamada, su madre... el tumor que le acababan de extirpar, su voz sonando a tragedia, a sufrimiento, a ausencia de su hija...
La hija era Carmina, la madre era una pesadilla.
Pero aquella mañana le pareció la mejor de toda la semana; se vistió, salió hacia su trabajo, hacia la vida normal, llegó, se sentó frente a su escritorio y fingió ser la de siempre, la de ayer, la misma que apagó la máquina que esta mañana encendió. Si no fuera por la expresión de su boca casi hermética, ella sintiendo que aquellas palabras le costuraron la boca con hilos de alambre.
El día le pareció tan pesado como el equipaje de su alma, al salir de la oficina no pudo más que respirar profundo, dejando un suspiro no de nostalgia, sino de alivio. Caminó por las calles oscuras, entrando y saliendo a callejones por los cuales una persona normal no caminaría a esa hora, pero qué más podría pasar, ¿que le robaran, que la mataran?.
Al llegar a su casa escribió lo siguiente en la libreta junto al teléfono:
"Just me"
Pensó que por instinto, se experimentaba el deseo de la última ducha, la última copa de vino, la última canción, la última vista a la luna, la última carta... pero eso es precisamente lo que provoca el apego, y no tenía sentido seguir con aquella obra de teatro de su vida enajenada.
fue directo a la cama, tomó el vaso con la espesa mezcla del polvo de 451 pastillas, fue de un solo trago... sin titubeos, a punto de morir por asfixia al tragar la mezcla espesa y no por intoxicación, pero su destino aun le tenía la última hoja por escribir; despertó en el hospital, vivió el proceso de desintoxicación, vivió el dolor de sus familiares, ella no sentía ni pensaba nada respecto a lo sucedido, sólo podía recordar lo que escribió en la libreta junto al teléfono y continuó llendo al trabajo, caminando por esos callejones, llegando a casa, escribiendo la misma nota, durmiendo y despertando a su rutina.
De eso ya 35 años, sus familiares la recuerdan cada año, mientras que Carmina no se ha dado cuenta que sí la enterraron, sí la sufrieron, sí la lloraron, sí dejó de vivir... pero no de penar, esa fue la última hoja que le tenía escrito su destino... deambular por sus pasos andados.
Y ahí es donde mi papel comenzó, verla desde las sombras, cuidarle los sobresaltos, abrazarle el alma negra... amarla desde lo no humanamente posible, amarla por los recuerdos de hace 200 años cuando amé a una mujer, recordando esas sensaciones, antes de la muerte me devolviera a la existencia sin estar vivo; me alimento de cuellos blancos como la nieve, me alimento del miedo, me alimento de la oscuridad pero si me faltara el fantasma de Carmina no habría gota de sangre en el mundo que me mantuviera con "existencia"... me tiro al sol para que queme mis falsas entrañas, me clavo la estaca de madera y la cruz... si ella no paseara por los callejones oscuros donde nos conocimos, si me faltaran los besos fríos de Carmina, su cuerpo escuálido y gélido... su mirada oscura como la niebla de aquél día en que Carmina tomó sus 451 pastillas...
Muos196
No hay comentarios:
Publicar un comentario